Wati tiene 15 años, y la mitad de su vida la pasó vagando por la calle, lejos de su familia. Es una de aquellas tantas personas que vivieron para contar el desastre que dejó el tsunamí navideño de 2004 en el sudeste asiático. Sin embargo, sus padres la dieron por muerta al reconocer un cuerpo hallado que presentaba un lunar y una cicatriz que les hizo recordar la figura de su niña.
El 26 de diciembre de 2004 un terremoto de 9.1 grados causó una ola gigante que arrasó con poblados enteros. Wati fue arrancada de los brazos de su madre, Yusniar, que intentaba ponerla a salvo junto a sus dos hermanos. La niña, ya adolescente, casi no recordaba a sus familiares, solamente a Ibrahim su abuelo. Este miércoles fue encontrada en una parada de omnibus en la capital de la provincia.
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